Cada vez que nace un bebé, nace una madre.
La madre hace un proceso de cambio en el que adquiere un nuevo papel, pasa de ser hija a ser madre, con todo lo que ello conlleva. El niño tendrá a su madre, y la madre “recién nacida”… ¿a quién tendrá?
Gro Nylander, en su libro Maternidad y lactancia, nos habla de la soledad de la puérpera: “En el mundo occidental, ya no tenemos a nuestro alrededor una red de mujeres que nos apoye y guíe como en el pasado”. Por eso ocurre con frecuencia que cuando la madre llega a casa, se siente sola, insegura, agotada.
De ahí nació la idea de la Madrina de lactancia, una madre que ofrece compañía y disponibilidad, que no interfiere ni hace abuso de autoridad, no juzga ni se entromete, pero que está presente acompañando a esa madre recién nacida.
Podríamos definirla como una madre con experiencia en amamantar, que acompaña y apoya a otra madre embarazada y a su familia en su decisión de amamantar al bebé que va a nacer, desde las últimas semanas de gestación hasta que se incorpora con su bebé al Taller de Lactancia, y durante el tiempo que ambas quieran.
La madrina hace de nexo entre la matrona, el voluntariado hospitalario y el taller de lactancia, cuando la madre no puede tener acceso a esos recursos, ahí está su madrina.
La embaraza puede conseguir una madrina en cualquier taller de lactancia de Amamanta. Lo ideal es que intercambien sus datos e inicien el contacto antes del parto, la madrina estará pendiente de su ahijada, y ante cualquier duda o inseguridad la ahijada recurrirá a su madrina.
De la relación entre madrina y ahijada han nacido relaciones preciosas entre mujeres.
El amadrinamiento no es solo cosa de mujeres, también los padres pueden ser “padrinos de lactancia”, en talleres de lactancia como el de Benimámet es algo muy habitual y enriquecedor.
Te dejamos nuestro folleto de madrinas para que puedas usarlo para intercambiar datos entre madrina y ahijada.