MADRINAS DE LACTANCIA

Puede ser madrina, aquella mamá cuyo bebé ya tiene varios meses, con lo que ha adquirido confianza y ha solucionado sus problemas. Cuantos más problemas ha vivido (por su propia experiencia o por vivirlos en los talleres) mejor.
La ahijada debe ser una mujer embarazada, normalmente hacia el final del embarazo, por aquello de tener una mayor motivación, pero podría serlo en cualquier mes de la gestación.

*La madrina sabe que debe mantener una relación con su ahijada, cuanto más contacto y relación mejor funcionará. Como mínimo debe llamarla tan pronto sepa que ha parido, y después cada 1, 2 o 3 días durante las primeras 2 o 3 semanas. Esto siempre está en función de cómo se desarrolla la maternidad. También tendrá que animarla a acudir al taller. Incluso a veces (cada caso es de una manera) ir a verla a casa para ver cómo amamanta.

*La ahijada, mantener también esa relación y llamar a su madrina tan pronto se presenta el parto o como mínimo nada más parir. Incluso si ella no puede, se puede encargar la pareja. Debe contar con su madrina ante cualquier duda o dificultad, y dejarse apoyar.

En la medida en que estas premisas se sigan el amadrinamiento y en consecuencia la lactancia funcionarán mejor.

Hay relaciones preciosas que han nacido de el amadrinamiento.

Pedro, padrino de lactancia

Han nacido grandes amistades de una relación madrina de lactancia-ahijada como os contamos en el apartado «Madrinas de lactancia». Hoy queremos añadir una nueva historia, con unos protagonistas muy singulares. Se trata de un padrino, de un padre formado en taller, que ha acompañado a su mujer y a su hijo Pedro desde el primer minuto de vida. Pedro ha sido el mejor padrino que podía tener MªÁngeles, su mujer.