Mi experiencia como madrina,
APRENDIENDO A ACOMPAÑAR
Lo podéis leer pulsando en la foto.
Compartimos aquí sus REFLEXIONES:
¿Quién dijo que era fácil, estar ahí sin juzgar, ayudar sin molestar, asesorar sin aconsejar?
Hay momentos en los que sin darme cuenta, he querido hacerlo mi historia, cuando no lo es, no es mía, no me pertenece. Descubrir que debes estar ahí escuchando, empatizando y apoyando, no es fácil, pero cuando lo consigues te das cuenta que vale la pena, es muy gratificante, tanto como si sale adelante su lactancia o no.
Sabes que dejas parte de tu energía para que se sienta escuchada sin ser juzgada, en un momento muy importante de su vida como lo es ser madre.
Quiero matizar que el poema que he escrito al principio de este trabajo, lo escribí nada más empezar como madrina, así es como me sentía en esos momentos, pero poco a poco fue cambiando mi percepción, dejé de vivirlo con tanta intensidad. Pienso que al ser mi primer amadrinamiento, la manera con la que se vive siempre es más intensa, al menos en mi caso.
Cuando fuí consciente que no era mi historia, (había momentos que se parecían, realmente no son tan diferentes los comienzos como madres primerizas, sobre todo por la necesidad de ser tratadas con cariño) se me hizo muchísimo más llevadero el estar ahí a su lado, estar ahí escuchándola y guardando distancia sin pensar en mi propia experiencia, me ayudó a estar relajada, a respetar sus decisiones, en definitiva, a acompañarla, que de eso se trata.
He aprendido a estar ahí sin juzgar, ayudar sin molestar, asesorar sin aconsejar, y sobre todo, he aprendido que amadrinar no es tener una varita mágica, es mucho más que eso, sinceramente no me salen las palabras para explicarlo. Aún así a veces no se da la conexión deseada, y no por ello no es un acompañamiento, sí que lo es, sólo que cuando la mamá decide seguir su camino de la lactancia “a su manera”, es cuando nuestros caminos se separan y es una decisión que hay que saber respetar.
En mi caso, afortunadamente no fue así, nuestra conexión funcionó, aún así cada vez que iba a su casa a verla, cada vez que la veía con cara de cansancio y a punto de tirar la toalla, me preparaba mentalmente repitiéndome que todo lo que decidiera estaría bien, era su vida, no la mía. Pero aún así se me hacía un nudo en el estómago al ser consciente de que lo estaba viviendo como algo más que un acompañamiento, no me resultaba fácil.
Ser asesora de lactancia, me hace sentir que estoy aquí para algo enriquecedor, gratificante y difícil a la vez, como lo es acompañar a una mamá y a su bebé en un momento importante de su vida.
Mi idea es hacer voluntariado hospitalario, aunque soy consciente que por mi deficiencia auditiva quizá no pueda hacerlo sola, pero sí acompañando a otra asesora. También seguir yendo a los talleres de lactancia como he hecho habitualmente hasta ahora, y prestar mi apoyo a la mamá que lo desee.
Lo que viene a continuación es una carta que me escribió Susana, mi ahijada, ha sido un regalo, sinceramente no me lo esperaba.