1. Pon al bebé al pecho nada más nacer. Pasadas 2 horas del nacimiento, el bebé se adormece, su interés disminuye y dificulta el enganche.
2. La primera leche que produce tu pecho se llama calostro, este “oro líquido” contiene todos los nutrientes necesarios para sus primeros días de vida y le aporta todas las defensas inmunitarias necesarias. El recién nacido nace con el estómago del tamaño de una canica, por eso el calostro es muy concentrado y se segrega en cantidades muy pequeñas. Nutricionalmente, tu bebé no necesita nada más.
3. Amamanta a demanda. Ofrece el pecho al bebé cada vez que muestre interés, no esperes a que llore. Durante las primeras semanas el bebé debe hacer entre 10 y 12 amamantamientos diarios. Los recién nacidos no entienden de horarios.
4. Deja que el bebé sea quien suelte el pecho para asegurar que lo haya vaciado por completo, así aseguras que reciba la leche con más contenido graso.
5. Evita el uso de tetinas, biberones, chupetes o pezoneras. Confunden la succión del bebé, reducen las tomas y afectan negativamente a tu producción de leche.
6. No des otro líquido que no sea leche materna, con ellos llenas su estómago, reduces su apetito, disminuyes las tomas y no le alimentas.
7. Vigila la postura y el enganche, corrigiendo si fuera necesario. Recuerda, dar de mamar no duele, en caso de tener dolor, pide ayuda.
8. Recuerda que tu pecho calma muchas necesidades del bebé, no sólo el hambre, mamando tu bebé encuentra la tranquilidad, la seguridad, el sueño, … Además de fortalecer el vínculo entre vosotros.
9. Mantén el contacto con tu bebé desde su nacimiento. Esto te permitirá conocer mejor sus necesidades y le darás seguridad.
10. Busca tu relajación y tranquilidad, otras cosas pueden esperar. Descansa con tu bebé para transmitirle calma. Escúchate a ti misma y escucha a tu hijo
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