Ácido siálico: nuevo nutriente para el cerebro

Este interesante artículo, publicado el pasado 10 de febrero en la revista digital consumer.es, explica detalladamente la importancia de la presencia del ácido siálico en la leche materna. Según diversos estudios, es determinante en la estructura y las conexiones entre las neuronas.

La leche humana tiene componentes que juegan un papel destacado en la nutrición del bebé y en el desarrollo de sus tejidos y órganos durante los primeros meses de vida. Estas sustancias no están presentes en las fórmulas infantiles o, al menos, no en la cantidad equivalente. Una de ellas es el ácido siálico, un oligosacárido (un tipo de hidrato de carbono) que se acumula en los tejidos nerviosos, sobre todo, en el cerebro.

La concentración de oligosacáridos varía en la leche humana: su síntesis depende de la herencia genética de la madre, del período de lactancia y del momento del día, aunque no parece verse afectada por la dieta materna. Las investigaciones actuales intentan explicar si el ácido siálico es condicional durante los períodos de rápido crecimiento cerebral y si confiere ventajas de desarrollo cerebral y aprendizaje a los lactantes amamantados, en comparación con quienes se alimenta con fórmulas infantiles.

Nutriente específico de la leche materna

Alto contenido en lactosa y oligosacáridos, aporte equilibrado de proteínas, ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (AGPCL) y ácidos grasos esenciales garantizados, concentración adecuada de vitaminas (excepto vitamina D) y aporte equilibrado de minerales es, de manera resumida, el análisis nutricional de la leche materna. Algunos de estos nutrientes están identificados de forma clara y se han estudiado en profundidad. Otros no tanto, como los oligosacáridos, pese a ser los terceros componentes en cantidad, tras la lactosa y los lípidos.

Se han aislado unos 130 oligosacáridos diferentes en la leche humana, todos ellos compuestos por cinco monosacáridos: glucosa y galactosa (lactosa), fucosa, N-acetilglucosamina (GlcNAc) y ácido siálico (N-acetilneuroamínico), en cantidades muy variables. Sobre este último se centran numerosas investigaciones actuales, por su posible asociación con el desarrollo cerebral y el aprendizaje.
Hay pruebas de que el aporte suplementado de ácido siálico a crías de animales de experimentación se traduce en un aumento de su concentración en el cerebro e influye en la capacidad de aprendizaje. Pero los expertos señalan que el momento de administración resulta crítico, ya que en animales de más edad no se registran cambios sustanciales. Este dato podría resultar de interés al evaluar su inclusión en las fórmulas infantiles.
En humanos, los estudios todavía son escasos, aunque con datos reveladores. Se ha comprobado cómo las membranas de las neuronas contienen 20 veces más ácido siálico que otras membranas celulares. Se cree que esta sustancia es determinante en la estructura y establecimiento de las conexiones entre neuronas (sinapsis), al facilitar la neurotransmisión.

Leche materna versus fórmulas infantiles

En 1985, Susan E. Carlson, entonces jefa del Department of Pediatrics, Division of Newborn Medicine de la University of Mississippi Medical Center (EE.UU.), ya advirtió de la alta concentración de ácido siálico en la leche humana en comparación con las pequeñas cantidades presentes en las fórmulas infantiles, con la limitación de que su estudio incluyó una muestra pequeña, sólo 47 mujeres lactantes. Las fórmulas infantiles analizadas tenían menos del 25% del nutriente respecto a la leche humana e, incluso, detectó diferencias de ácido siálico de hasta 10 veces entre los distintos tipos de fórmula.

Un estudio más reciente dirigido desde la Numico Research Germany (Friedrichsdorf, Alemania) y publicado en la “American Society for Nutritional Sciences” en 2004, también reportan diferencias sustanciales en la concentración de este compuesto entre la leche humana y las fórmulas artificiales.

En un informe exhaustivo sobre el papel en la salud y el desarrollo del lactante de los oligosacáridos de la leche humana, Montserrat Gudiel-Urbano e Isabel Goñi, de la Universidad Complutense de Madrid (España), a partir de estudios revisados, explican que la concentración de oligosacáridos es más elevada en el calostro que en la leche madura (hasta cinco veces más ácido siálico). Al parecer, aumentan los cinco primeros días y disminuyen progresivamente a lo largo de los tres meses siguientes, hasta el punto de que el ácido siálico se reduce en un 70% pasado el primer trimestre de lactancia.

El ácido siálico presente en la naturaleza está en forma de glucoconjugados y su constitución bioquímica es esencial para su metabolismo y funcionalidad orgánica. Sin embargo, en la leche de vaca, materia prima para la elaboración de las fórmulas infantiles, éste se une a glicoproteínas, lo que limita su biodisponibilidad y efectividad. En el estudio, Carlson comprobó que en el 70% de las fórmulas infantiles analizadas, el ácido siálico está unido a proteínas.

El hígado, por su parte, tiene la capacidad de sintetizar este oligosacárido a partir de sus precursores, los azúcares simples. Sin embargo, en el recién nacido este órgano es inmaduro. El rápido crecimiento y el desarrollo cerebral explican que la leche materna concentre este nutriente en los meses más críticos de desarrollo orgánico infantil.
Equilibrio de la flora intestinal

Está demostrado que los niños amamantados tienen mayor resistencia a las infecciones gastrointestinales, respiratorias y urinarias que quienes toman fórmulas infantiles. Esto se debe a la presencia en la leche materna de un conglomerado de sustancias bioactivas, como inmunoglobulinas, citoquinas, prolactina, leucocitos, lactoferrina, lisozimas y oligosacáridos. Los oligosacáridos actúan como prebióticos, al reducir la supervivencia de los microorganismos patógenos y promover el crecimiento de las bifidobacterias y los lactobacilus de la flora intestinal del bebé.

En las fórmulas infantiles, la inulina es el prebiótico que se emplea para que los productos artificiales equilibren el sistema intestinal. Parte de los oligosacáridos ingeridos resisten la digestión digestiva e intestinal y se convierten en sustrato para la fermentación bacteriana del colon. Durante la fermentación, las bacterias generan ácidos grasos de cadena corta (AGCC: acetato, butirato, propionato).

Estos compuestos son responsables de la disminución del pH intestinal, que crea un medio desfavorable para el crecimiento de algunas bacterias patógenas (“E. coli”, “Shigella sp”, “Streptococcus fecales” y “Clostridium sp”). A su vez, se generan las condiciones favorables para el crecimiento de las bifidobacterias. Está comprobado que con una alimentación exclusiva de leche materna entre el primer y el tercer mes de vida se incrementa de manera exponencial el número de bifidobacterias y son éstas las predominantes en la flora del colon.

Este equilibrio intestinal afecta de manera positiva a las defensas del organismo y se registra una tendencia menor a la formación de inmunoglobulina E (IgE) y de reacciones alérgicas, como el eczema o dermatitis atópica.

DECLARACIONES SALUDABLES A ESTUDIO

El Comité de reglamentación y consulta previa de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), a partir del Reglamento 1924/2006 sobre declaraciones nutricionales y propiedades saludables en los alimentos desarrolla una lista comunitaria de declaraciones y propiedades permitidas. Se entienden como declaraciones de propiedades saludables “cualquier declaración que afirme, sugiera o implique que existe una relación entre una categoría de alimentos, un alimento o uno de sus constituyentes y la salud”.
Estas alegaciones pueden referirse; a la reducción del riesgo de enfermedad y al desarrollo de los niños y la salud, respecto al papel de un nutriente u otra sustancia en el crecimiento, el desarrollo y las funciones del cuerpo; a las funciones psicológicas y de comportamiento; al adelgazamiento o control de peso, etc. El Panel de productos dietéticos, nutrición y alergias (NDA) de la EFSA ha elaborado un dictamen científico que fundamenta las alegaciones de salud relacionadas con el ácido siálico y el aprendizaje y la memoria.

Las alegaciones propuestas por un producto en concreto, el Lacprodan CGMP-10 (ingrediente activo: ácido siálico), acerca de que el ácido siálico “desempeña un papel en el desarrollo del cerebro” y “puede mejorar el aprendizaje y la memoria”, no están definidas de manera suficiente, según han determinado los expertos. El grupo de la NDA considera que la única referencia proporcionada como evidencia científica se ha llevado a cabo en animales (en lechones alimentados con leche de fórmula enriquecida) y un estudio en animales no predice el efecto de la ingesta de ácido siálico en el aprendizaje y la memoria en los seres humanos. Ésta es la razón por la que no ha permitido incluir tales declaraciones en el producto objeto de estudio.