MADRE: Salomé
HIJO:Clara
CUANDO UN RECIEN NACIDO MAMA Y NO GANA PESO
El embarazo y parto de Clara fueron ambos estupendos, ella era una niña que al nacer pesó tres kilos y casi setecientos gramos. En seguida se cogió perfectamente al pecho y mamaba como todos los recién nacidos, alternando la succión con el sueño y la relajación.
Todo iba bien, a la semana de nacer, la pesé, casi por protocolo, había disminuido 30 gramos respecto a su peso al nacer, todo dentro de lo normal, a las dos semanas la pesamos otra vez y se mantenía en el mismo peso que la semana anterior, no lo entendía, pero yo quise suponer que seria normal porque la niña dormía muy bien, estaba tranquila, entre toma y toma, y ya ganaría peso, pero a su pediatra no le pareció igual y me indicó que tendría que introducirle una ayuda de biberón para que recuperara el peso. Aquello si que no me lo esperaba; no podía ser… durante el embarazo fui pensando en la forma de alimentar a Clara y había decidido darle el pecho, porque era lo natural, lo mejor y lo único que en principio necesitaba. Lo tenía tan claro que no podía ser que ahora tuviese que darle biberón. Además, era tan pequeña… tenia miedo a que dejara de mamar, asi que le dije a la pediatra que no, que continuaría una semana más sólo a pecho, que yo ya sabia que a veces el pecho puede resultar más lento en reflejar el peso, pero que era seguro. Durante esa semana dejé que Clara mamara y mamara, mientras que yo la animaba, lo tenia que conseguir, remontar su peso y continuar las dos con el pecho, fue una semana dura, estaba preocupada.
Llegó el momento de volver a pesarla, en otra semana, sólo había aumentado 70 gramos no lo podía creer, veintiún días después de nacer sólo pesaba 130 gramos de más. La pediatra volvió a insistir en la ayuda de biberón, porque «mi leche no era buena», pese a todo yo seguía con mi idea de continuar sólo con el pecho, pero ella fue tajante: «se te puede deshidratar si continua asi». Aquello me desmoronó, tuve miedo y empecé a llorar. La solución que adoptamos entre las dos fue que la ayuda sólo la introduciría en las tomas de la tarde, pero he de reconocer, que yo sólo se las daba a partir de las 6 ó 7 de la tarde, creo que por tranquilizar mi conciencia respecto a la pediatra, asi que sólo le daba 1 ó 2 tomas, el resto era pecho.
Me rompía la cabeza pensando lo que estaría fallando:
los diez «teóricos» minutos que me dijeron en el hospital que los bebés tenían que mamar… pero eso ya lo había superado.
las tres «teóricas» horas que los bebés deben aguantar entre toma y toma… también había quedado en el olvido.
la tensión que a veces te produce el atender a las visitas junto con el bebé…no lo sabía y me volvía loca, además todo se unió algunas voces que me decían que Clara lloraba porque pasaba hambre y no tenía bastante, además los bebés que nacieron al mismo tiempo que Clara aumentaban 200 y 300 g. a la semana, todo aquello no hacía más que angustiarme y lloré muchas veces por no entender que pasaba pero en el fondo tenia confianza; en mí, en la leche materna y en que Clara conseguiría «engancharse» a mí para continuar mamando sin problemas, asi que sólo le daba un biberón por la noche, el resto del dia, llegó a mamar casi continuamente.
A las seis semanas de nacer. Clara empezó a remontar su peso, poco a poco, 125g. primero, 150g. la segunda semana, para llegar a ganar hasta 400 g. algunas semanas.
Incluso yo, que teóricamente, no tenía suficiente leche, tuve una mastitis por lo que empecé a sacarme la leche sobrante y congelarla, leche que utilicé para preparar sus papillas a partir de los seis meses, ya que hasta entonces estuvo sólo con leche materna, y resultando, al final, ser uno de los bebés que mejor respuesta tuvo al peso.